Comenzando el siglo XXI, términos como informática, información, tecnología, cibernética, son de uso cotidiano a nivel mundial. La impresionante cantidad de innovaciones tecnológicas ocurridas durante los últimos 40 o 50 años han permeado todas las facetas de la vida. Las continuas transformaciones tecnológicas influyen en la cultura y son los niños quienes se apropian con más intensidad de los cambios que esto conlleva.
Lo primero que se debe aceptar es, que los niños de esta nueva sociedad se desenvuelven y continuaran desenvolviéndose en un marco de referencia distinto al de las generaciones precedentes. Bajo esta premisa, es nuestro deber como docentes mantener una actitud abierta hacia ese mundo cambiante en que viven nuestros alumnos y en lo posible ser capaces de integrar esos cambios a nuestra propia vida y al ejercicio de nuestra profesión. No se trata de cambiar sólo porque sí, porque es inevitable, debe existir una razón, una convicción basada en la investigación y la experiencia, de manera que esa adaptación nazca de la predisposición natural del docente a ofrecer a sus alumnos la mejor educación posible.
La meta de ser cada día un mejor docente, es lo que nos conduce a incorporar cambios y a buscar diferentes recursos que nos permitan enfrentar con más eficacia el desafío que supone educar, más aún, en un área con tanta diversidad como lo es el área de las dificultades de aprendizaje, donde el uso y la incorporación de nuevas tecnologías ha demostrado una creciente eficacia, para el aprendizaje de nuestros alumnos que presenten alguna dificultad de aprendizaje.
Leal (1997), refiere que en los últimos años, las investigaciones relacionadas con la aplicación de nuevas tecnologías en la evaluación y atención de las dificultades poco a poco han ido ganado terreno, hasta el punto de ubicarse entre los 10 primeros tópicos de investigación en esta área. A medida que aumentan las exigencias de formación por parte de la sociedad, se crean nuevas dificultades de aprendizaje.
Cada vez más crece el número de jóvenes que a pesar de haber terminado su formación escolar, no están preparados para desenvolverse en el mercado laboral del futuro, donde la mayoría de los trabajos disponibles requieren habilidades intelectuales de mayor nivel: sólida capacidad para la comunicación, conocimientos sobre recopilación de información y análisis, habilidad para las relaciones interpersonales, así como para el aprendizaje, creatividad y pensamiento crítico (Poole, 1999). El reto es enorme y es evidente que la informática por sí sola no basta para enfrentar el desafío de formar cada vez más y mejores ciudadanos. Numerosos estudios realizados apuntan a que ciertos aspectos del proceso de enseñanza aprendizaje pueden ser mejorados gracias a las tecnologías informáticas educativas, de acuerdo con ellos, existen al menos cinco maneras en que la tecnología informática puede contribuir a mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje:
Ø Apoyo al aprendizaje.
Ø Apoyo a la enseñanza.
Ø Apoyo a la socialización del niño.
Ø Favorece la integración de los niños con alguna discapacidad.
Ø Favorece que el profesor aumente la excelencia.
Otros estudios han evaluado la eficiencia de determinados sistemas informáticos de enseñanza aprendizaje en las áreas de lectura, escritura, cálculo y resolución de problemas, ciencias naturales y ciencias sociales. Las nuevas tecnologías son una herramienta más en manos del alumno y del profesor, su eficacia depende por completo de las habilidades que ambos aporten al proceso de aprendizaje.
La incorporación y el uso de nuevas tecnologías quieren lograr que el alumno maneje distintas herramientas para su formación, los niños que presentan algún tipo de dificultad a través de la implementación de la tecnología como estrategias. Es esencial que entendamos que nuestro papel como facilitadores del proceso de enseñanza aprendizaje en la era de la tecnología y la sociedad de la información se redimensiona y nos obliga a emigrar desde una función transmisora a otra de transacción o intercambio de conocimientos.
Los docentes del siglo XXI, no pueden dejar de asumir e integrar las nuevas tecnologías en sus habilidades y competencias y los especialistas en Dificultades de Aprendizaje tenemos el gran reto de anticiparnos a lo que serán las dificultades de aprendizaje del próximo siglo. Ello nos obliga desde ya, a adquirir sólidos y extensos conocimientos acerca de la tecnología de la información y los nuevos paradigmas en educación, así como también desarrollar habilidades y nociones que faciliten un desempeño adecuado en las escuelas de hoy y permitan poder actuar como generador y gestor de cambio y transformación de la educación y la sociedad.
Se trata de ofrecer vías diferentes para provocar la interactividad y facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje (Fainholc, 1999) pero al mismo tiempo y como valor añadido de manera extracurricular, el estudiante que va a interactuar con estos medios tiene la oportunidad de desarrollar mayores habilidades intelectuales y de procesamiento de la información, mejorar su capacidad para la comunicación y la habilidad para las relaciones interpersonales, así como para el aprendizaje, la creatividad y el pensamiento crítico, características altamente valoradas en el mercado laboral actual (Poole, 1999) y requeridas dentro del perfil de un docente especialista. Se busca además modificar el funcionamiento operativo de la carrera hacia un trabajo de equipo transdisciplinario en el cual los roles se intercambian y los canales de comunicación académica se estrechan creando así una mayor proximidad entre profesor-profesor, profesor-estudiante y estudiante-estudiante.
La implementación de la tecnología a partir del siglo XXI en la educación para niños que presenten algún tipo de dificultad de aprendizaje, se ha convertido en una nueva estrategia que el docente utiliza para el proceso de enseñanza- aprendizaje, con el uso de la tecnología el maestro logra la preparación de materiales didácticos que sea de interés al niño para su aprendizaje.
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